Yo
tengo una dieta base que sin ella no podría vivir…
Mi ración de besos diarios
Cuando yo era pequeña, todos los días al levantarme lo
hacían con un beso que depositaba mi madre en mi mejilla, eran unos buenos días
muy buenos, con ese olor a ColaCao ya preparado.
A ese beso seguían otros cuantos, pero ese sabor, ese olor, esa sensación de ese primer beso del día no se puede describir exactamente si no lo has vivido. Mi ración de besos continuaba cuando me iba al cole, el beso de despedida nunca faltaba, y el de llegada tampoco. Durante la comida si me lo comía todo, alguno caía también, mas besos de vuelta al cole y más de llegada, la merienda, la cena y a dormir con otra ración extra de ellos y claro está acompañados de abrazos.
A ese beso seguían otros cuantos, pero ese sabor, ese olor, esa sensación de ese primer beso del día no se puede describir exactamente si no lo has vivido. Mi ración de besos continuaba cuando me iba al cole, el beso de despedida nunca faltaba, y el de llegada tampoco. Durante la comida si me lo comía todo, alguno caía también, mas besos de vuelta al cole y más de llegada, la merienda, la cena y a dormir con otra ración extra de ellos y claro está acompañados de abrazos.
Así me crie yo, esa dieta no me faltó nunca, en
primavera, en verano, en otoño, en invierno. Si se enfadaban conmigo y no
recibía mi dosis, el mono era terrible, me sentía fatal.
Tenía raciones extras cuando iba a casa de mis abuelos,
como me gustaban los de mi abuelo, se pegaba a mi cara y me daba 5,6,7…todos
seguidos sin despegarse de mi mejilla, me aplastaba a besos, eso sí, sonoros,
los oía el vecino de al lado, estoy segura. Lo mismo me pasaba con mis tíos,
eran otras raciones del mismo modo que las de mi abuelo. Quizás de niña no te
das cuenta de esas cosas pero ahora cierro los ojos y los siento como si me los
acabaran de dar.
Toda esta dieta formó parte de mi vida hasta que formé mi
propia familia. La persona con la que la formé, de besos sabía poco o más bien
nada, pero a fuerza de incluirlos en la dieta se hizo adicto a ellos. Cuando
tuve a mis propios hijos, esa dieta se hizo imprescindible, y todo lo que había
en casa de mis padres, se trasladó a la mía:
Despertar-besos
Desayuno-besos
Marchar-besos
Venir-besos
Comida-besos
Marchar-besos
Venir-besos
Cenar-besos
Dormir-besos
Unas cuantas raciones extras entre medias.
Si lo reconozco soy adicta, lo confieso, me alimento de
ellos, me lo incluyeron en mi dieta de niña y ahora no puedo pasar sin ellos.
Quizás a alguno os resulte empalagoso, os sintáis llenos
de tanto besos (estos no engordan) pero son una dieta muy sana, están llenos de
alegrías, de buenos pensamientos, de salud, de protección, de cariño, y claro
está de sonrisas, de muchas sonrisas.