Un, dos, tres...

..Aquí estamos con usted otra vez.  

 Le ofrecemos un concurso alegre

Destinado a probar su ingenio

Por favor
Arrincone usted su mal humor
Y transforme en un juguete su televisor

Un, Dos, Tres
Le rogamos presten atención
Ya que pronto se levantará el telón.

Parece que de nuevo está de moda los concursos que entretienen a toda la familia, echando un ojito hacía atrás para mí el concurso por excelencia fue "El Un, dos, tres"...

En mi casa el día que lo ponían estábamos todos preparados para verlo entero sin perdernos nada, alrededor de la tele, pegados sin pestañear y por supuesto en silencio.

Este concurso se empezó a emitir cuando yo tenía 8 añitos en el año 1972 con ese gran presentador Kiko Ledgard y su creador Chicho Ibáñez Serrador, las secretarias con sus enormes gafas y los Tacañones con Don Cicuta al frente y su humor tan peculiar, nos hacían  vivir en un mundo desconocido para todos. Cada día el tema era diferente, los escenarios únicos y los artistas invitados se metían en su papel de representar  lo que les tocase dependiendo cual era el tema escogido. Vamos que nos dejaban a todos atónitos con ese ensamblaje de cosas. Las fantasías que representaban nos hacían meternos dentro de esa pequeña pantalla.

¡¡Qué bien nos lo pasábamos!!

Cuando empezaba, siempre había unas frases típicas que pasaron a la historia, en la cabecera ya nos decían: "Si algo falla el responsable es Narciso Ibáñez Serrador"

Empezaba el concurso con tres parejas y siempre nos decían su relación y donde vivían, por ejemplo:” Mario y Ángela son hermanos y residentes en León" Jugábamos a ser las azafatas del concurso, lo hice muchas veces.

A continuación iban las preguntas, yo a veces me sabía unas cuantas, porque algunas eran sencillas, por ejemplo: "Nombres de mujer" y cada uno de la pareja tenía que ir contestando: María, Isabel, Luisa, Raquel...y así sucesivamente hasta que acababa el tiempo o uno de ellos repetía  un nombre. Cuando acababa el tiempo Don Cicuta tocaba una campana y decía: "Campana y se acabó" con un estruendo tremendo.

Entonces una azafata con su calculadora nos decía: “Han sido 10 respuestas acertadas a 25 pesetas cada una, 250 pesetas...”

Y ese dinero se acumulaba hasta que las preguntas se terminaban. El concursante que más dinero tenía volvía la semana que viene y los otros pasaban a la eliminatoria.

La eliminatoria eran casi siempre pruebas físicas o de habilidad, una de ellas era la de romperse huevos en la cabeza del contrario hasta encontrar un huevo duro que era el  que daba por finalizada la prueba y ganaba claro está.

Había una prueba de consolación para el que perdía.

El ganador de la eliminatoria pasaba a la subasta llena de actuaciones, de humoristas con los que nos reíamos mucho como   con Bigote Arrocet y su“Piticlín, piticlín “ o La bombi y su“Y eso duele…”  y unas cuantas muletillas más que utilizaban para hacernos reír. Los concursantes se quedaban con un regalo que podían cambiar a medida que se presentaban otros, siempre ocultos en cosas rarísimas de acorde a lo que se refiriese el programa ese día. El presentador podía leer el principio de la tarjeta que acompañaba el regalo y la intriga era aun mayor, casi nunca te iba a decir de entrada que contenía y terminaba con ... "Y hasta aquí puedo leer"

Y se me olvidaba mencionar a la protagonista del concurso, como no, la maravillosa, la increíble, la inigualable calabaza "Ruperta" que siempre estaba escondida entre los regalos, y si te tocaba como regalo final te la llevabas para casa con cara de pocos amigos, aunque alguna vez escondía sorpresas con premios buenísimos. Hubo más mascotas en el transcurso de los programas pero la más significativa fue ella.

Los regalos principales eran: un coche, un viaje, dinero y como no el apartamento en Torrevieja (Alicante).

Al ser muchos años de concurso con interrupciones pasaron muchos presentadores como Mayra Gómez Kemp, Jordi Estadella ,Mirian Díaz-Aroca, José María Bachs y por último Luis Roderas que ha sido el último en presentar este concurso en el año 2004.

Cuando finalizaba el programa a todos nos quedaba un buen recuerdo y una sonrisa en los labios, daba igual mayores que niños. Y al día siguiente a lo que tocaba jugar era al un, dos, tres, con preguntas hechas por nosotros, junto a las azafatas y a los tacañones, en la calle sentados y pasando una tarde para recordar.

Ahora hay muchos concursos, unos buenos, otros absurdos, otros entretenidos, pero lo que no hay es esa unión de la familia para verlos y ese comentario que queríamos hacer todos a la vez de lo que habíamos visto, y que al final queriendo hablar todos no nos entendíamos.